A estas alturas… con que tenga dientes

Esta viene siendo la frase con la que describo casi todas mis citas fallidas… A mis amigos les causa gracia, a mi empieza a parecerme realista.

Conforme pasa el tiempo las expectativas de la “pareja ideal” van cambiando. Cuando tenía 20 la lista de cualidades que debía tener mi hombre perfecto era extensa y seguramente incluía puntos como exitoso, guapo, barbón, alto, de buena familia, con maestría y casa de campo en Los Ángeles (por decir algo).

A los 25 la lista se hizo más realista: trabajador, ambicioso, con una carrera estable, que me haga reír y no esté feo.

A los 30 la lista se redujo: que tenga dientes.

Y por dientes me refiero a muchas cosas… En realidad los dientes es lo último en lo que me fijo de una persona (si les enseño la clase de dentaduras chuecas de las que me he enamorado se morirían de la risa), pero se ha convertido en una metáfora de que en realidad, a estas alturas, ya no busco nada en específico.

Espero que la vida me sorprenda. Si alguien me preguntara qué cualidades debiera tener mi hombre perfecto, seguramente seguiría pidiendo algo como una profesión estable, sueños y ambiciones, sentido del humor… pero todas esas cosas se van diluyendo conforme sales con chicos que tienen todo eso y ninguno resulta ser el gran amor de la vida.

Si la tendencia continúa y cada año que pasa en el calendario me hace menos exigente y más realista, creo que lo que en realidad quiero es una persona que esté ahí.

Y puede ser alto o chaparro (algo que a los 20 jamás hubiera aceptado), feo o guapo, barbón o lampiño, rubio o moreno. Muchas personas dirán que eso es conformarse… Otros nos hemos dado cuenta de que uno se enamora de lo que puede.

Las últimas relaciones que he tenido y las citas fallidas que se han acumulado en el historial no han funcionado por una simple razón: yo necesito a alguien que esté ahí, a alguien que no tenga que perseguir, alguien con quien no tenga que jugar al gato y al ratón, alguien que conteste los mensajes cuando los vea y quiera acompañarme a la fiesta de mi amiga no porque le encante convivir con ellas sino porque eso es lo que hacen las parejas.

A estas alturas… que tenga dientes para mi significa que será alguien que quiera estar ahí, que tenga ganas de caminar a mi lado, que sea feliz sólo pero lo quiera ser conmigo también.

Las expectativas de lo que es una pareja perfecta cambian todo el tiempo… Cambian con la edad, con las desilusiones, con lo aprendido en las relaciones, con las situaciones de vida que vamos atravesando.

Cada vez más nos alejamos de “mi hombre perfecto” para acercarnos más a las cosas que realmente importan: alguien nos haga feliz, sin más rollo.

Con esta idea me he animado a salir con chicos totalmente diferentes a mi, gamers, pilotos, hasta ingenieros o chavitos bien de toda la vida, alejados por completo de mi ideal de los 20 pero cada vez más cercanos a lo que necesito a mis 30.

Porque a estas alturas chicas… con que tenga dientes.

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